Son las 19:00 horas, Vero y yo hemos quedado con “Perales”
y Juanjo para cenar en casa del
primero y jugar unas partiditas al PES2016.
Vero es bastante dormilona y le gusta recuperar las
horas atrasadas durante el resto de la semana, así que pensé que al día
siguiente no le apetecería para nada salir a hacer una rutilla de senderismo,
pues habría que madrugar.
Saqué mi teléfono móvil y le envié un whatsapp a mi
amigo Álex para ver si había quedado
con Luis, ambos del C.A. GRUMOCS, para hacer una tiradilla larga al día
siguiente. Pensé que necesitarían acumular kilómetros para su gran reto (Transgrancanaria
44K 2016), yo también quería acumular unos kilometrillos más para no llegar justito
a la prueba de Alfás del Pi
el próximo 1 de Noviembre.
Álex me contestó rápidamente con un “Sí, Mike”. Habían quedado a las 7:30
horas en el Ibiza
para tomar un café y salir rumbo a El
Hondo para hacer unos 15-16km, lugar totalmente desconocido para mí, hasta
el punto que no dudé en preguntarle a Álex qué tipo de zapatillas teníamos que
llevar, si de trail o asfalto.
Cierto es que no confirmé en aquel momento si
asistiría o no, dependía de lo tarde que se nos hiciera en casa de “Perales”.
Durante la tarde, recibí un par de whatsapps donde
Álex me decía en cada uno de ellos que debía llevar un tipo de calzado
distinto: asfalto, trail y finalmente… ¡asfalto! Más tarde descubrí que Álex
era un mero intermediario entre Luis y yo.
Eran las 00:10 y todavía nos quedaba “Play” para rato,
intuí que llegaríamos tarde a casa, así que finalmente confirmé mi asistencia a
Álex. Me gusta ser sincero contigo, amigo lector, perdí todas las partidas al
PES, desde luego que no fue mi gran noche.
Se nos hicieron poco más de las 4:00 horas en casa de
“Perales”, cuando uno está a gusto, el tiempo pasa muy deprisa. Vero prefirió
descansar la mañana del domingo.
18 de Octubre 2015.
Con poco más de dos horitas de sueño, me susurra el
despertador y me levanto despacito intentando no hacer ruido. Desayuno, me
visto, cargo mi Camelbak con agua y
barritas energéticas, y marcho dirección Callosa de Segura.
Llego puntual, veo a Luis sentado en un banco fuera de
la cafetería y le pregunto por Álex.
- ¡Están dentro, Mike!
- ¡Ok! ¡Voy a tomarme el cafetillo rápido!
Me quedé pensando en ese “están”. Creía que sólo
íbamos a salir los 3. Allí estaba Álex y Francisco
J. Mellado.
- ¡Guay! ¡Cuantos más seamos, mejor! – exclamé para mí
-.
Los saludé con un enérgico apretón de manos. Hablamos
un poquito, y Luis no tardó en echarnos fuera de la cafetería para que no se
nos hiciera demasiado tarde.
El coche de Luis nos acogió gratamente, el trayecto se
hizo corto pero pudimos hablar sobre la ruta que íbamos a emprender, tuvimos el
placer de ver cómo asomaban los primeros rayos de Sol, y hasta me enteré de que
Mellado era cuñado de Álex.
Pocos minutos antes de las 8:00 horas, estábamos en el
punto de partida: las piscinas
municipales de Catral. Dejamos el coche, estiramos, conectamos nuestros GPS
y ¡al ataque!
Salimos trotando desde Catral en dirección San Felipe Neri
(pedanía de Crevillente)
Trotamos casi 1,5 kilómetros de asfalto hasta tocar
tierra. Pasamos por delante de un lugar mágico, un entorno que fue capaz de hacerme
regresar súbitamente en el tiempo unos 26 años atrás; miré hacia la izquierda y
vi un caserón algo derruido pero firme ante el paso de los años, la llave
maestra que provocó en mí esa realidad temporal. Tan sólo duró unos segundos,
pero dejé de estar corriendo junto a mis compañeros, para estar cogido de la
mano de mi abuelo Gabriel mirando
los puestecillos con las típicas “bolas
de Santa Águeda” (festividad
celebrada en día 5 de Febrero en la localidad de Catral)
Fue una sensación increíble, breve, pero muy gratificante volver a sentir esas manos repletas de durezas que sujetaban con dulzura mis pequeñas manos.
Fue una sensación increíble, breve, pero muy gratificante volver a sentir esas manos repletas de durezas que sujetaban con dulzura mis pequeñas manos.
He necesitado unas horitas para indagar sobre aquel
lugar, he preguntado a conocidos como mi gran amigo David Ros, y a mamá, pero quizás no supe explicar muy bien la
ubicación del lugar. Finalmente me he topado en la Web, con la imagen que había
quedado robustamente ligada a mis recuerdos. Aquel caserón era la Hacienda “Torre Dolores”, situada en el Barrio de Santa Águeda.
Hacienda "Torre Dolores" (Barrio de santa Águeda). Años 40. (Biblioteca Municipal de Catral). Extraída de http://catral.net/ |
Tras el pequeño viaje en el tiempo, no pude evitar
comentar a mis amigos parte de aquellos recuerdos mientras continuábamos la
marcha por caminos 100% “corribles”, poco pedregosos y con algún que otro charco
a esquivar por las últimas lluvias.
Cerquita de San
Felipe Neri, volvimos a retomar el asfalto unos cuantos kilómetros hasta
entrar en el Parque Natural de El Hondo,
espacio natural con buena extensión, aprox. unos 25km2;
concretamente, nos movimos en la microreserva de flora “El Codo”.
Parque natural "El Hondo" |
El paisaje era una delicia, veíamos aves de todo tipo
en las lagunas, incluso nos pareció ver flamencos. Debíamos correr con la
boquita bien cerrada y hablar lo justo cuando andábamos cerca de las lagunas,
pues los mosquitos nos servían de alimento en alguna que otra ocasión.
Parque natural "El Hondo" |
Ir en cabeza de grupo por aquel lugar contaminado de
un extraño aire que sabía a pureza y frescura, era una sensación muy agradable;
marcar un ritmo alegre sin excesos sobre terreno “natural” burlando pequeñas
zanjas, matojos y telarañas, cargaban de vitalidad mis extremidades inferiores
que parecían rodar sin permiso del propietario.
Luis y yo, nos transformamos por unos instantes en
arácnidos de dimensiones descomunales, yo atraía las telarañas a la altura de
las rodillas y el pequeño Luis (poco más
de 2m de altura), con su testa.
5 kilómetros fueron los recorridos en el interior de aquella
pequeña selva “protegida”. No pudimos evitar detenernos un par de veces y hacernos
algunas fotos en aquel lugar. Algunas divertidas y otras, espectaculares.
Álex y yo trotando en el parque. Fotografía de Luis Navarro. |
Salimos del parque con la intención de regresar al
punto de partida, sin embargo, Luis, que había hecho de guía durante todo el
recorrido, cambió el rumbo hacia “El Marjal Costa Blanca Camping & Resort”.
Pensé que el acceso estaría restringido, pero resultó ser todo
lo contrario. Ascendimos por un elevado puente asfaltado y nos adentramos en el
camping por la puerta principal.
¡Descubriendo nuevos espacios desconocidos en la zona!
Nada más entrar, vimos dos globos repletos de
personitas de todas las edades que habían llegado hasta allí para tener su primera
experiencia burlando la fuerza de la gravedad.
Les dijimos en tono divertido y a gritos que nos
esperaran, que se nos había hecho tarde, eso explicaría por qué íbamos corriendo como
posesos por el recinto. Parece que les hizo gracia aquel oportuno comentario
que lanzamos, poco después decidieron soltar los amarres y los dos globos
multicolores comenzaron a elevarse.
Por lo que he podido documentarme más tarde, amigo
lector, hacen salidas en globo desde ese punto los fines de semana. Te dejo el
link por si alguna vez te animas, yo creo que esperaré un poquito más.
Vuelo en globo desde El Marjal:
Pasamos de largo el espacio restringido al despegue de
los inmensos artefactos, propulsados por una inmensa llama, y pasamos bajo una
zona amurallada que nos daba la bienvenida al Camping.
¡Estaba muy bien arregladito! ¡Era como un pequeño
centro comercial! ¡Sólo faltaba el cine!
Recorrimos aquel llamativo lugar que nos incitaba al
relax. Ya estaban preparando el día de Halloween, pues un fantasma, a escala
natural, colgaba de una elevada torre. Pasamos además por delante de unas
piscinas bien acondicionadas y de gran envergadura; al fondo de la zona
acuática, una familia de elefantes empedrados las decoraba.
Abandonamos el camping para regresar a las piscinas
municipales. Los globos volaban muy alto y todas aquellas personitas que se
encontraban en la cesta, se distinguían como diminutos puntitos bajo la gran
elipse aerostática.
Subimos nuevamente por el puente que nos permitió el
acceso al complejo. Cuando llegamos a lo alto, no puede resistirme y pedí a
Álex su teléfono móvil, tiene mejor cámara que el mío, para sacar una foto
donde se apreciaba uno de los globos y el pequeño “centro comercial” de El
Marjal.
Uno de los globos y a la derecha, "Camping El Marjal" |
Luis y Mellado, descendieron velozmente por el puente
mientras Álex y yo nos entretuvimos con el móvil intentando hacernos un
“selfie” decente, creo que no lo logramos. ¡Jeje!
"Selfie" con Álex |
Por más que corrimos y aumentamos el ritmo, Álex y yo,
no lográbamos alcanzar a los dos “escapados”, ellos también habían decidido aumentar
la cadencia.
A falta de 2 kilómetros para llegar a la “meta”, les
dimos caza e incrementamos nosotros la velocidad para “soltar la carbonilla”.
¡Ya hemos cumplido! ¡Muy bien, chavales! – exteriorizó
Luis -.
Chocamos nuestras manos y nos dimos cariñosas, a la
par que sonantes, palmaditas en la espalda.
Rutita llevada a cabo. La velocidad media, incluye paradas técnicas y sesión fotográfica. |
Nos pegamos una duchita en las instalaciones del
polideportivo catralense y volvimos a la encantadora ciudad de Callosa de
Segura.
Pensé que iríamos directos a tomar esa merecida
cervecilla que nos habíamos ganado, sin embargo, esperamos en las cercanías de
la Plaza San Roque, que Pepe Martínez
(compañero del C.A. GRUMOCS) y propietario de “Pizzería El Rincón de Pepe”,
abriera el local para proporcionarnos esos elixires de cebada fría que
hidratarían nuestros escurridos cuerpos.
Mientras hacíamos tiempo, sentados en un banco y
disfrutando del buen clima mediterráneo, nos vimos sorprendidos por una gran
marea rosa, era la II Marcha Urbana a beneficio de la AECC (Asociación Española Contra el Cáncer)
donde pude distinguir y saludar algunos rostros conocidos.
Pepe hizo acto de presencia.
- ¡Hola, soy Pepe!, ¡encantado!
- ¡Yo soy Mike!
Gracias a Luis, me enteré que nuestro pizzero GRUMOCS se
había comprometido a realizar aquella trotadilla junto a nosotros, pero
finalmente no pudo asistir.
Pepe, nos preparó un aperitivo sencillo a la par que
energético: frutos secos, patatas fritas y cervecita bien fría.
Hablamos durante un buen ratillo y nuestro amigo
preparó una segunda ronda cervecera a petición de Luis.
La hora de la comida familiar se acercaba, con lo que
debíamos poner punto y final a la ruta. Pepe, muy agradecido por la visita se ofreció
a cubrir el coste del tentempié y nos dejó marchar sin más.
Fuera de la conocida plaza callosina (pues todas las
carreras parten de allí), nos despedimos y prometimos quedar el próximo Martes
para entrenar cuestas; ahora tocaba descansar y pasar un buen rato en familia.
Dar las gracias a Luis y Álex por mostrarme
aquel maravilloso lugar y hacer las fotografías, a Mellado por aguantar nuestro “alegre”
ritmo en determinadas ocasiones, y a Pepe,
por haberme dado la oportunidad de conocerlo a él y su acogedor rinconcito “recuperador
de energía” post-carrera.
Agradecimiento especial a mi amigo Alejandro Moñino “Álex”, por motivarme a
escribir este post sobre el entreno. Resulta muy gratificante escuchar que
gustan tus entradas al blog y están deseando leer otra más.
¡Gracias por ese ratillo que compartimos y por todos
los que quedan por venir, chicos!
Los GRUMOCS "aventureros": Mike, Álex, Mellado y Luis. |
Buena ruta, tomamos nota
ResponderEliminarVerás cómo disfrutas como un enano, Ramonet! :)
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